Los venezolanos por nacimiento que posean otra nacionalidad, bien sea porque sus padres eran extranjeros y eso le facilitó acceder a ella, porque se casaron con un ciudadano de otro país o porque vivieron en otro país, podrán aspirar a la Presidencia de la República, siempre y cuando renuncien a la segunda ciudadanía antes de postularse.
Así lo estableció la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en su sentencia 1.044 del pasado 15 de diciembre, en la cual respondió una solicitud de interpretación del artículo 227 de la Constitución que el abogado Jaime Pájaro interpuso en marzo pasado.
Por su parte, el 41 del texto fundamental estipula que solamente los venezolanos por “nacimiento y sin otra nacionalidad”, podrán “ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal o Fiscala General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos”.
Tal ley ampara a Nicolas Maduro, actual presidente de Venezuela, quien llegó al poder violando la constitución de la república al no demostrar su legitimidad en cuanto a su nacionalidad. Incluso si llega a demostrarse que Maduro nació en Venezuela -lo cual ha sido puesto en duda y está siendo investigado por la Asamblea Nacional- el gobernante aún estaría inhabilitado para ejercer la presidencia ya que la Constitución prohíbe que el cargo sea ocupado por personas con doble nacionalidad.
Nuevamente queda demostrado que los poderes públicos dejaron de ser independiente para sumirse a un gobierno que maneja las leyes a su antojo y que de manera arbitraria insiste en permanecer en el poder.