A 72 horas de que Joandri Smith le planteara al presidente Nicolás Maduro la precaria situación y el hambre que viven ella y sus hijos, junto a las 11 familias que habitan en el refugio de Plaza Sucre, en Guarenas, la situación de los damnificados no ha cambiado para mejor. Pese a la orden dada por el presidente, el miércoles pasado, de que les llevaran alimentos de inmediato y atendieran sus casos, este sábado la comida brillaba por su ausencia.
Alejandra Hernández Salazar | El Pitazo
El equipo de El Pitazo conversó con algunos damnificados, quienes pidieron reservar sus identidades, pues temen que no se concreten las promesas de vivienda digna y entrega regular de las bolsas Clap que les hicieron.
“Maduro no sabía que en Guarenas había refugios y resulta que hay 10. En todos tenemos necesidades, pero las más urgentes son alimentos y que nos adjudiquen casas”, indicaron.
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Relataron que en el refugio viven más de 25 niños y adolescentes. Los padres pasan trabajo para alimentarlos porque las bolsas del Clap no les llegan. “Ponga ahí en El Pitazo que el gobierno local, o sea la alcaldía de Plaza, no nos ha dado nada. Ahora nos mandaron a decir que nos olvidáramos de la comida por andar de chismosos. Nosotros tenemos necesidad y el único que nos ha oído es Maduro”, señalaron.
El hambre fue precisamente el planteamiento que le hizo Joandry Smith al mandatario durante su visita al Centro Nacional de Genética Médica, en Guarenas, por el IX aniversario de la Misión José Gregorio Hernández. Allí le expuso, mientras se transmitía en vivo por televisión la visita presidencial, que ella tiene 25 años de edad y es madre soltera de cuatro hijos. Afirmó que presentan problemas de nutrición y que uno, probablemente, tiene una discapacidad. Maduro ordenó atender el caso de inmediato.
Al día siguiente llegó personal de la Vicepresidencia de la República a evaluar el refugio y sus ocupantes. Prometieron que a las dos niñas de Johandri que padecen de desnutrición las llevarán el lunes a un hospital. A otro pequeño que padece severas dificultades motrices dijeron que lo ayudarán a conseguir lo necesario para la operación que tiene pendiente en el Ortopédico Infantil, en Caracas.
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Hacinamiento
Cada familia tiene un cubículo en el que se arreglan con cierta holgura si son cuatro miembros, pero los grupos parentales de seis o más personas se ven apretados. Para lavar la ropa tienen que usar un grifo que está en la plaza.
Algunos tienen siete años allí y siguen a la espera de que los muden a un urbanismo de Misión Vivienda, como les han prometido muchas veces, pero nada se ha concretado. Otros tienen menos tiempo, pero afirman que se les ha hecho eterno debido a lo difícil que resulta compartir un solo baño entre 12 familias “y para ñapa ese baño está tapado y no sirve”.
Una joven que ahora tiene 18 años llegó al refugio cuando tenía 15, en el esplendor de su adolescencia. Señala que ha sido rudo pasar esa parte tan importante de su vida en condiciones tan precarias. “Siempre hemos tenido la esperanza, desde que se nos cayó la casa hace tres años, de que nos van a reubicar para vivir mejor. Mi mamá tiene dos trabajos para que podamos comer, y yo cuido a mi hermanita y los corotos, porque no es bueno dejar las cosas solas. De noche estudio, como puedo. Ojalá Maduro nos resuelva esto. Tenemos mucha esperanza de que nos va a ayudar”.
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Van dos veces
Esta es la segunda ocasión en la que Maduro visita Guarenas y es sorprendido por residentes que le hablan del hambre que pasa el pueblo. En febrero pasado, durante una transmisión en vivo desde La Villa del Cine, la estudiante Dulby Tabarquino, vocera del liceo Benito Canónico, le informó que sus compañeros se desmayaban de hambre, que les habían quitado el programa alimentario del plantel y que carecían de comedor. También dio cuenta de los problemas de infraestructura de la edificación. Al día siguiente llegaron todos los entes que durante años habían hecho oídos sordos al clamor de estudiantes y docentes.