En una de sus composiciones, a quien yo llamo “El rey midas de la salsa”, Wiilie Colón, escribió para la inolvidable Celia Cruz una canción titulada “Usted abusó”, cuya estrofa y estribillo continúa diciendo… “sacó provecho de mí, abusó”. Es como una sabia expresión si lo llevamos a cualquier plano en el que el poder, se convierte en una forma de explotación, violación o imposición.
Zeudy Acosta Paredes / Venezuela Al Día
Se puede decir que una persona tiene poder, si puede influir decisivamente sobre la realidad de otros. entonces, el abuso de poder, viene siendo el uso ilegítimo del poder, logrado por la superior destreza mental, posición social, fuerza, conocimiento, tecnología, armas, riqueza, o la confianza que tienen en él o ella, pero se utiliza ese poder injustificadamente para explotar o dañar a ésos otros. El abuso de poder es incluso un delito tipificado penalmente. Es la crisis moral de estos tiempos, porque además no es un tema nuevo, muestra de ello lo podemos certificar con la esclavitud, las aberraciones, violencia de género, abuso sexual, delegación de responsabilidades, forzar a menores a actos lascivos, trata de blancas, tráfico de armas, la guerra, el narcotráfico, la política y hasta la iglesia. Dijo alguien alguna vez: “si quieres conocer a una persona, dale poder”.
De alguna manera, cada uno de nosotros ha sido o es víctima de la imposición del poder, y no es que en la sociedad, en las instituciones o en el hogar no se deban establecer normas; es más complejo o quizá más simple; es aprovechar las circunstancias y valerse de ellas, para crear una atmósfera de rigor, de tiranía, de injustificadas medidas a cuenta de que “aquí se hace lo que yo digo, porque soy el jefe, aquí mando yo; porque soy tu mamá o tu papá; porque soy tu esposo; porque soy tu pareja. Sacar cuenta de lo que social e individualmente representan las cicatrices invisibles pero imborrables que el abuso de poder es capaz de dejar, podría resultar una tarea de pronósticos reservados.
Se abusa del poder para gobernar, para dominar, para vanagloriarse, a veces para ganar respeto y reconocimiento, para que inclusive otros paguen por nuestros errores y acciones; el abuso de poder tiene en las prisiones a centenares de personas pagando delitos que no cometieron, el abuso de poder carga en su haber inocentes asesinados, a niños pasando hambre o pidiendo en la calle dinero que luego administran los adultos, sólo por mencionar algunos pocos casos.
Tal como lo mencioné al principio, es sacar ventaja y provecho de las circunstancias escudándose en la decencia y la integridad. Por eso, no por rebeldía, no por capricho, mucho menos por soberbia, siempre seré enemiga de las imposiciones que el poder ostenta, ante cualquiera de las caras con la que se presente. Siento el abuso de poder como una de las excusas más cobardes que tiene el ser humano para sentirse supremo, para dejar huellas; no es a través del abuso del poder que se gana el respeto o la admiración…por el contrario, se consigue alimentar sentimientos y conductas adversas, hábitos amenazantes, grietas en la conciencia. Y cuando el abuso del poder se radicaliza, se convierte en una suerte de mandado del diablo que impide respirar, que acaba de a poco la vida y cercena los sueños, salpica de lágrimas el alma. Como bien ha escrito el respetable Rubén Blades “las cuentas del alma, no se acaban nunca de pagar”.