Como el amargo dolor de las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, como la ausencia inexplicable de los desaparecidos de Iguala en México, como la memoria desgarrada de las víctimas de los psicópatas de Viña del Mar en Chile; aunque con la ambivalencia entre un hecho y otro, la Venezuela de hoy también llora a sus asesinados, torturados o desaparecidos. Detrás de cada persona muerta en manos de la represión, no importa el momento histórico aludido, hay una familia que queda marcada para siempre. Ante las injusticias, ante el menoscabo de los derechos humanos, hace más de cuarenta días el pueblo –principalmente jóvenes-, se ha volcado a las calles, avenidas, pueblos o grandes ciudades gritando libertad. Hoy entre dolor y orgullo, hablan en exclusiva para Venezuela al Día, madres y padres de quienes hoy soy reconocidos como “Valientes”.
Zeudy Acosta Paredes/ Venezuela Al Día
Allí se les puede ver frente a los piquetes de la Guardia Nacional Bolivariana, muchos con capuchas, otros prefieren asumir mayores riesgos. Con el paso de los días, de forma progresiva, ya no sólo les acompaña el ímpetu, su afán libertario, han diseñado su propia artillería como defensa ante las bombas lacrimógenas, perdigones y metras. Porque a diferencia de lo que se ha pretendido manejar desde el Gobierno, no tienen armas de fuego, sólo empuñan banderas, escudos, violines y mucho coraje.
De este y el oeste
La lucha emprendida, viene indicando que aquella división de clases que se instauró en el país, puede estar siendo erradicada. Se percibe claramente que a las calles se han volcado personas de todas partes. Muchachos de diferentes edades, de liceos, de diversas universidades públicas y privadas. Es una lucha sin distinción, porque afecta a todos por igual.
Diego estudia Derecho, ya casi termina la carrera. Desde que comenzaron las protestas le dijo a su mamá “tengo que salir a marchar y a defender a mi país, porque quiero tener una respuesta digna cuando mis hijos me pregunten qué hice por Venezuela”, relata su madre Teresa.
Bernardo, es futbolista, una promesa en el campo, tiene demasiados sueños que quiere ver hechos realidad; esto no lo detiene a la hora de enfrentarse a los órganos represivos, porque como dice su padre Víctor Manuel, “está obstinado por el tema de la comida, porque siente que no tiene futuro. Apenas tiene 18 años y no conoce sino a este régimen y cómo le limita sus principales condiciones de vida”.
Respecto a las razones que motivan a Raúl para protestar, señala su madre Adela que cuando le ha tocado comparar sus vivencias en otras décadas, y las oportunidades que tiene ahora que es adolescente, “se ve limitado, como preso dentro de su casa. Desplazarse libremente es un riesgo a toda hora. Antes se podía ir a buscar a un muchacho a casa de sus amigos, ya ni eso. No le gusta la manera en que se ha etiquetado a la gente en el país y como está polarizado”.
Con temor, pero de frente
Teresa, la madre de Diego confiesa que cuando lo ve irse a las protestas siente miedo, “mucha angustia, incertidumbre; pero tengo la certeza, la convicción, de que lo que hace, es desde su corazón, por eso lo aplaudo, respeto y apoyo. Las emociones se me cruzan. Es ahí cuando pongo en práctica todo lo que vengo manejando desde la espiritualidad. Mi hijo está bien, va a estar bien, está protegido”. Sin embargo, destaca que su labor o propósito se maneja desde la casa, pues explica que en el seno de su familia se ha inculcado el valor del mérito, de la solidaridad, lealtad, honestidad y los principios de libertad, “cuando murió Juan Pernalete, el de la Metropolitana, Diego fue a la vigilia toda la noche, y ellos ni se conocían. Ahí se ve cómo van desarrollando sus respuestas y actitudes”.
Entre tanto, Víctor Manuel reconoce que el miedo es inevitable, pero que saber a su hijo comprometido con el país, lo hace sentirse orgulloso.
Soltar la cuerda
En estos tiempos de manifestaciones, marchas y protestas, muchas familias se organizan para ir juntos, acompañarse y protegerse. No obstante, Teresa no va con Diego “llegamos a un acuerdo. Para él, ir conmigo es como no asistir a la marcha, porque siente que debe luchar adelante, encarar el piquete”. Caso contrario ocurre con Víctor Manuel, quien suele hacer un equipo con su hijo Bernardo, siempre preparados para las contingencias, “al llegar al sitio él se une a un grupo grande, que ya están organizados”.
Adela y su hijo menor viven retirados de Caracas, pero entre vecinos y amigos se organizan para atender a las convocatorias, así es como Raúl comenzó a formar parte de las protestas, pero también es una de las razones por las que su madre no lo deja participar sin que ella esté presente. “Fue un acuerdo al que llegamos; a todas las marchas y participación activa, tiene que ir conmigo. Es que vivimos lejos, y en esas condiciones es muy riesgoso”. Entre los temores de Adela deja entrever que el hecho de no tener capacidad de respuesta inmediata ante alguna eventualidad o riesgo de su hijo, la llena de pánico. “La única condición, sería que vaya con el papá de otro amigo que también sale a manifestar”, aclara.
Todos los hijos, son mis hijos
Aquella frase de Andrés Eloy Blanco, “cuando se tiene un hijo, se tiene a todos los hijos del mundo”, calza a la perfección en los tiempos actuales; por ello, muchos padres se han organizado y contribuyen en alimentación, medicinas y movilización de los “chamos”. Esto evidentemente no ha impedido que sean agredidos y hasta asesinado, pero el sentimiento frente a estos hechos impregna a la población entera. “Es como si hubiese caído un hijo mío; un dolor en el pecho, una sensación terrible. En cada pavo que veo, está mi hijo plasmado”, comenta Teresa.
Víctor Manuel, quien también ha dejado a un lado sus obligaciones laborales para manifestar, menciona que en las protestas ha visto muchachos de diferentes edades, pero que le asombra ver que muchos son menores, “entre 15 y 20 años son los que más valor tienen”. A esto agrega que cuando sabe de un muerto, detenido o herido “como padre, como ser humano, sé lo que se siente porque mi hijo también está en esa lucha. Es un dolor inmenso, en el alma, te hiere saber cómo pueden sentirse esos padres”.
“A esos muchachos, los mueve el ímpetu, no tiene temor como lo ve un adulto; como madre quieres proteger a tus hijos. Es muy frustrante a veces tener que irse y dejarlos allí frente a los piquetes. Uno quisiera meterlos a todos en un carro y dejarlos en sus casas resguardados. En esta situación esos muchachos son unos héroes que luchan por su futuro y una vida de propósitos. Es una lucha muy desigual”, narra Adela.
Gobierno, es con ustedes
Después de los testimonios, de los inenarrables acontecimientos y las acciones que han emprendido quienes representan al gobierno actual, quizá resulte inútil pensar que pueda existir una forma de hacerles entender el clamor popular. “A este Gobierno nos cansamos de pedirle de manera humilde; ahora lo que queremos es salir de ellos, de esa cuerda de malandros y perturbadores de la paz. Lo único que han hecho es desangrar al país. Sin conciliación, sin diálogos, les exigimos su salida inmediata”, sentencia Víctor Manuel.
Teresa, por su parte, libera “qué lástima que no tuvieron la capacidad de valorar y apreciar todo lo que tuvieron en su momento, para hacer de Venezuela el mejor país del mundo”.