Los cubanos no han visto las imágenes de esa señora que con su determinación detuvo un blindado policial en las calles de Caracas. La prensa oficial escamotea también las lágrimas de quienes han perdido a sus hijos por la represión de los uniformados y los colectivos. En lugar de eso, los medios controlados por el Partido Comunista de Cuba apelan al silencio y la distorsión para narrar lo que ocurre en Venezuela.
Yoani Sánchez / 14yMedio (Cuba)
Este martes, la portada del diario Juventud Rebelde ha ido un paso más allá y compara a los manifestantes contra Nicolás Maduro con “aquellas hordas que dieron origen al fascismo que provoco? la Segunda Guerra Mundial”. El texto, salpicado con palabras como “derecha”, “contrarrevolucionarios” y “arremetida”, reinterpreta los sucesos en el país sudamericano y los ajusta a la agenda informativa de la Plaza de la Revolución.
Una manipulación periodística que se repite –una y otra vez– siempre que un aliado del Gobierno cubano enfrenta protestas populares o comete alguna pifia política. La historia reciente está plagada de ejemplos en que los periódicos nacionales han querido ajustar la realidad a su línea editorial para al final tragarse la amarga evidencia de que la vida va por otro cauce.
Las autoridades de la Isla rompieron lanzas por el primer ministro griego Alexis Tsipras y lo presentaron como un inflexible revolucionario que no aceptaría jamás “las imposiciones de la Unión Europea”. Pero callaron cuando los helenos se lanzaron a las calles para protestar por las políticas de austeridad, empobrecimiento y privación implantadas por el propio partido izquierdista Syriza tras su claudicación frente a la troika.
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Unos años antes, Granma aseguró que el sindicato polaco Solidaridad había sido totalmente desmantelado y su líder principal Lech Walesa no era más que un recuerdo del pasado. Pocos meses después de aquella nota aparecida en la prensa oficial, los cubanos supieron que el ejecutivo de Wojciech Jaruzelki había aceptado sentarse a la mesa redonda de las conversaciones con sus opositores.
Durante la invasión de Estados Unidos a Granada en 1983, la distorsión informativa cobró tintes de inmenso embuste. Los medios nacionales dieron la noticia de la inmolación de soldados cubanos –envueltos en la bandera– cuando en realidad corrieron por sus vidas y se rindieron sin ninguna épica. Poco después regresaban al país aquellos que supuestamente habían perecido.