“Con agua y gasecito”. Palabras de Nicolás Maduro que no solo retumban en la prensa internacional, si no además en los venezolanos que protesta tras protesta son reprimidos con perdigones, metras y hasta balas.
Daniela Martin/Venezuela al Día
La muerte de Fabián Urbina, de 17 años de edad el pasado 19 de junio por impacto de bala en el tórax, desmiente abiertamente al primer mandatario venezolano, que continúa su arremetida contra quienes le oponen exigiéndole un cambio político en el país.
Las fotos y videos del asesinato de Urbina, así como el de David Vallenilla, de 22 años de edad el pasado 22 de junio no le dejaron opción al gobierno de Maduro, que escurrido tras la teoría del “uso excesivo de la fuerza” se atrevió a justificar tales atrocidades, que solo pueden seguir órdenes de una cadena de mando.
En ambos casos, fue el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol quien se pronunció al respecto, adjudicando la muerte de Vallenilla -en manos de un efectivo de la Fuerza Aérea-, al “asedio constante contra la base aérea de La Carlota”.
Reverol se encargaba de dar las primeras excusas sobre ambas muertes, con las que se sumaban 75 en los últimos dos meses, que luego el Jefe de Estado usaría a su favor. Con ellas, Maduro insinuaba una supuesta “conspiración” por parte de la oposición venezolana, que a su juicio, “busca sangre”. La sangre que aparentemente sus cuerpos de seguridad están dispuestos a generar.
Atrocidades reconocidas… Una vez
Bajo ningún argumento, los altos funcionarios del gobierno han sido capaces de reconocer estas órdenes de represión desmedida, con las que se ha intentado crear un terrorismo de Estado.
Sin embargo, el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino López en una alocución que dejó perplejo a propios y ajenos, exhortaba a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) a no cometer más “atrocidades”.
De esas palabras -poco confiables-, que reconocían el abuso de los organismos de seguridad, se desató una serie de dudas que al día siguiente, con nuevos ataques de la GNB contra manifestantes, quedaban aclaradas.
El mayor general Antonio Benavides Torres, a cargo de la Comandancia General de la GNB era quien daba las órdenes, incluso pasando por encima de su supervisor. Eso, le valió su destitución días después, según el militar retirado Clíver Alcalá Córdones.
Padre de Vallenilla a Nicolás: ¿Cómo te sentirías si te pasara a ti? (Audio)
Pero, ¿a quién sigue entonces Benavides Torres?. Es la pregunta sin respuesta, luego de que al día siguiente de su salida de la Comandancia de la GNB, Maduro lo haya ubicado en la jefatura de Gobierno de Distrito Capital. Como un premio a medias.
La labor de los medios
Pese a estos mensajes ocultos, que se han convertido en un secreto a voces, el presidente Maduro, quien insiste en la prohibición del uso de armas letales para el control de orden público, se niega a aceptar lo que los medios se han encargado de ventilar: Venezolanos mueren a causa de sus órdenes represivas.
Por mucho que el mandatario nacional acuse a la coalición opositora de violentos y “sanguinarios”, la labor de la prensa ha dejado ver de qué lado está el “terrorismo”.
Incluso, la prensa internacional, la misma que estuvo toda oídos durante la rueda de prensa en la que Maduro intentó “lavarles la cara”, ha sido testigo de estos brutales ataques gubernamentales contra la población que se mantiene en la calle por más de 85 días.
Cuando en la secuencia de fotos de agencias internacionales como Reuters y EFE, muestran a un efectivo militar disparando tras las rejas a un joven arrojando piedras, con solo un morral que cubre su pecho, queda en evidencia el talante antidemocrático de un gobierno, que ha usado a su FAN para reprimir con más que “agua y gasecito”.