Anthony Gignac vestía trajes de lujo, conducía un Ferrari California 2016 con placa diplomática y no tenía pena en proclamar frente a quien quisiera escucharlo que era de linaje real. Era un príncipe de Arabia Saudita en busca de negocios multimillonarios en representación de su padre, el Rey.
Pero detrás de su vida de opulencia y su título nobiliario se oculta un esquema de fraude que Gignac —nacido realmente en Bogotá, Colombia— ha venido realizando desde la década de los 90 en varios estados del país, incluyendo una serie de delitos en el condado Miami-Dade durante 1993 y 1994, cuando “limpió” tiendas de Bal Harbour y Cocowalk, dejó grandes deudas en el otrora prestigioso hotel Grand Bay y llegó a engañar a agentes de American Express.
Gignac, quien se hace llamar sultán Bin Khalid Al Saud, había pasado una década de bajo perfil hasta que regresó a Miami en el 2017 y, de acuerdo con la acusación de un gran jurado de la Florida, volvió a hacerse pasar como un diplomático de Arabia Saudita con título nobiliario para timar a empresarios de la región y obtener dinero, propiedades y otros objeto de valor.
Según la acusación formal presentada en una corte federal de Miami, Gignac mantuvo reuniones de negocios desde marzo a noviembre del año pasado con representantes de un par de empresas de Miami-Dade con el supuesto propósito de realizar una inversión multimillonaria para comprar un hotel en el condado.
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En estas reuniones jugó un papel importante Carl Marden Williamson, supuesto cómplice de Gignac y quien ha sido acusado igualmente por el gran jurado de conspirar para cometer una ofensa contra Estados Unidos y hacerse pasar por un diplomático extranjero.
Para mantener la fachada, Williamson compró el 4 de junio una falsa placa diplomática en el sitio de compras online eBay. Dos meses después, Gignac les mostró su automóvil con la falsa chapa de matriculación a varios individuos de una compañía que solo ha sido identificada como “Compañía T.A.”.
Gignac también invitó a los empresarios a su supuesto penthouse en un edificio Fisher Island, en cuya puerta principal había un letrero con la palabra “Sultán”. En esa visita, el hombre les mostró además una carta del Banco de Dubai con una disponibilidad monetaria de $600 millones.
/Foto Cortesía
El 13 de agosto, Williamson exigió a un individuo de esa misma empresa comprarle a Gignac un regalo valorado en más de $50,000 “debido a que el honor del ‘sultán’ había sido cuestionado”, según indica la acusación formal. El regalo fue comprado y entregado a Gignac ese mismo día.
De Colombia a Michigan
El reciente caso es parte de un esquema que se viene repitiendo desde hace más de dos décadas con Gignac, quien fue adoptado de niño junto a su hermano Daniel, por una pareja estadounidense de Michigan.
En un reportaje del 2008, el diario The Blade de Ohio aseguró que los pequeños Anthony Enrique y Daniel Luis terminaron en un orfanato de Bogotá después de que su padre biológico supuestamente mató a un hermano menor por no tener dinero para alimentarlos. No hay referencias de la madre.
Anthony y Daniel se criaron en el estado de Michigan, donde según el mismo periódico, comenzaron a desarrollar sus habilidades para estafar. Supuestamente Anthony intentó convencer a sus compañeros de escuela que su madre era dueña del Grand Hotel en Mackinac Island, lo que no era cierto, y que su padre era el actor estadounidense Dom DeLuise, lo que tampoco era verdad.
De acuerdo con un documento presentado en el 2008 en una corte de apelaciones de Michigan, los problemas con la ley de Gignac se iniciaron en 1991 cuando, haciéndose pasar por el supuesto príncipe, defraudó a un hotel y a varias empresas de ese estado por la cantidad de $10,000.