La firma Gucci irrumpió en la Semana de la Moda de Milán con un provocador desfile en el que sus modelos portaban en la mano recreaciones de sus propias cabezas ‘decapitadas’, mientras que Moschino apostó por un estilo sesentero que tuvo a Jackie Kennedy como gran icono. EFE
En esta segunda jornada de la Moda de Milán, el director creativo de Gucci, Alessandro Michele, fue el auténtico protagonista al sorprender al público con un singular desfile, ambientado en una sala de operaciones en la que varios modelos sujetaron en sus manos una recreación exacta de sus rostros.
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Dos camillas de hospital con sábanas verdes, iluminadas por grandes lámparas quirúrgicas que colgaban del techo, dieron vida a una pasarela sumergida en un color verde azulado, solo interrumpido por un tapete rojo anaranjado situado justo debajo de cada camilla.
La firma fundada en 1921 por Guccio Gucci aprovechó el escaparate milanés para presentar sus propuestas para la próxima temporada otoño-invierno, tanto para mujer como para hombre.
Pasamontañas, velos de encaje y joyas sirvieron para ocultar los rostros de varios modelos y muchos de ellos desfilaron con dragones falsos y cachorros de serpientes.
Las mezclas de estampados y de tejidos se vieron en ‘looks’ como los compuestos por chaqueta de punto gris y negra sobre vestido de seda de estampado floral y pantalones de ‘príncipe de gales’, o chaqueta gris de traje con pantalones vaqueros cortos sobre medias semitransparentes blancas.
Otra de las propuestas más llamativas de la colección de Gucci fue la utilización de fundas protectoras para la ropa, transparentes, que las modelos llevaron sobre vestidos de seda y abrigos de pelo.
Además, las iniciales de Nueva York inundaron abrigos azules con estampados florales, chaquetas de tejido ‘tweed’ grises, zapatos de piel negros y gorros con orejeras, en un desfile en el que las joyas tuvieron gran protagonismo y confeccionaron sujetadores, gorros y sombreros.