Mariana Montilla se baña en un recipiente de plástico para no desperdiciar agua y poder reusar el líquido para la poceta o limpiar la casa. Esta ciudadana de 64 años de edad vive en Altos de Lídice, en la parroquia La Pastora (municipio Libertador), donde los vecinos llevan más de 6 meses sin el servicio, según lo reseñó El Nacional.
En ese sector de Caracas dependen de la lluvia. En los angostos pasillos del barrio tienen pipotes de plástico para que se llenen cuando llueva. Los recipientes son públicos y las personas deben esperar su turno para surtirse. Cuando no llueve, los habitantes bajan a diario hasta una quebrada que queda aproximadamente a un kilómetro y suben con los tobos llenos.
Aquellos que no pueden cargar peso, deben pagar a alguien que los ayude. Los residentes van a toda hora a la quebrada, pero los que tienen que cumplir horario laboral bajan durante la noche y la madrugada a hacer cola.
“Nosotros tenemos mucho tiempo en esto. Yo tengo una lavadora automática y no sé si está mala o buena porque no la he vuelto a prender desde diciembre, que fue la última vez que me vino el agua”, indicó Montilla.
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José Tortosa, de 56 años de edad, es una de las personas que ilustra la postal de las empinadas calles de Lídice. Todos tienen una forma distinta de llevar el peso: unos usan en las manos cada tobo con agua; otros utilizan un palo que colocan sobre su espalda para equilibrar el peso en cada lado y los niños emplean ambos brazos para cargar las garrafas de plástico.
“Aquí hay más de 700 familias que estamos necesitados del servicio; algunas tienen hasta un año sin agua. Eso nos quita tiempo y nos da trabajo todos los días. Mi esposa está convaleciente y a mi hija la atropelló un carro”, indicó Tortosa, quien era taxista, pero actualmente está desempleado y atiende a sus familiares.
Alumnos no asisten a clases ante la problemática del agua
Los vecinos llevaron recientemente una carta hasta el Palacio de Miraflores debido a que la situación también afecta a los niños de las escuelas básicas Arturo Michelena y León Trujillo de la localidad. Aún no reciben respuestas.
Los padres de los alumnos que logran conseguir agua colaboran con jarras que envían a la institución para que pueda operar con normalidad.
“Lástima que el olor no se puede grabar con la cámara”
El lunes por la mañana la señora Lina Testa se levantó alarmada. Un olor a gas impregna su apartamento y ella no encuentra el origen de esa posible fuga. Sin embargo, mientras más chequeaba se percató de que la fetidez no era gas, sino agua estancada, localizada en los depósitos colectivos de las residencias Vila Verde, ubicadas en la Prolongación calle Panamá de Las Acacias del Municipio Libertador.
Desde el 23 de marzo pasado, las 20 familias que viven en ese sector tienen problemas con el suministro de agua. Los residentes temen que el cambio de rutina, la insalubridad y los malos olores perjudiquen su salud. “Lástima que el olor no se puede grabar con la cámara; ya nos afecta la vida cotidiana”, reiteró la residente que debe recoger agua donde sus padres, ambos de la tercera edad que viven en Valle Abajo. “Ya no aguanto los dolores en la espalda y las piernas”.
Meses atrás, los propietarios reunían dinero y pagaban camiones cisternas para surtir el tanque, pero desde hace un tiempo no han podido pagar el servicio. “Las cisternas cobraban Bs 5.500.000 en mayo y ahora, la última vez cobraban Bs 70.000.000”.
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