El trabajo realizado por el periodista Javier Mayorca expone que el gobierno de Maduro tenía conocimiento que el atentado se iba a llevar a cabo, aún así decidieron correr con el riesgo para destapar todo el supuesto complot.
Todo indica que el alto gobierno tenía información previa sobre la inminencia de un atentado contra el Presidente durante la celebración del acto con motivo del 81 aniversario de la Guardia Nacional. Aun así, Maduro y su entorno decidieron asumir el riesgo, con la intención de conocer la verdadera profundidad del complot.
Sobre este punto es necesario llevar a cabo una reflexión. Pero antes que la opinión, como siempre, es necesario ponderar los hechos conocidos hasta el momento. De allí surgen los indicios que permiten trazar teorías en torno a un episodio inédito en la historia del país, asegura Mayorca.
Los elementos de convicción más fuertes para asumir la premisa indicada en el primer párrafo son los siguientes:
El cambio del escenario
Como se dijo en la entrega anterior (Fénix en Cenizas) el acto aniversario del componente castrense generalmente se llevaba a cabo en Los Próceres y Fuerte Tiuna. La decisión sobre el cambio de lugar donde se llevaría a cabo la parada militar fue tomada en Miraflores la semana previa al sábado 4 de agosto. El lunes se hizo la notificación correspondiente, de manera que el martes se iniciaron –con mucha discreción– los trabajos para la puesta en escena.
Aumentó a 43 la cifra de implicados en “atentado” contra el presidente Maduro
¿Por qué escogieron las tres cuadras de la avenida Bolívar, que van desde Parque Carabobo hasta el cruce con la avenida Sur 5? Una fuente militar indicó que allí prevalecieron las consideraciones de seguridad. El mandatario tenía que estar en un ambiente altamente controlado, para mitigar al máximo las amenazas previstas, escribió el periodista Javier Mayorca.
El toldo donde colocaron la tarima para Maduro y su alto mando estaba cercado por francotiradores. El grupo principal fue apostado en el tope del edificio sede del Poder Judicial. Allí, según testimonios, colocaron un puesto de observación con largavistas y dos fusileros. Testigos indicaron además que el convoy presidencial estaba compuesto por tres camionetas, que fueron estacionadas en el costado norte de la tarima, y orientadas hacia el oeste. De esta forma, ante cualquier eventualidad –como la que en efecto se presentó- el Presidente huiría del lugar vía Miraflores lo más rápido posible.
Finalmente, los militares que participarían en el evento (todos de la Guardia Nacional) fueron mantenidos, en el caso más extremo, a unos veinte metros de distancia con respecto a la pareja presidencial. Se evitaba así un escenario como el que posibilitó el asesinato del presidente egipcio Anwar el Sadat en 1981.
Rapidez en las imputaciones
El 4 de agosto, poco antes de las 9 pm, es decir, a tres horas de los sucesos en el centro de Caracas, Maduro anunciaba que habían sido plenamente identificados tanto los autores materiales e intelectuales de lo que calificó como un “atentado” en su contra. Precisó además que los financistas de esta acción se encontraban en Florida, Estados Unidos.
Para ese momento, aún continuaban los trabajos de búsqueda y colección de posibles evidencias en los dos sitios de suceso. Hubo, además, una acción policial en la que detuvieron a dos de los presuntos autores materiales del estallido de uno de los drones, el que cayó en la fachada norte de las residencias Don Rafael, asegura Mayorca.
Pero es poco probable que dos elementos encargados de la autoría material del complot estuviesen al tanto de toda la estructura que los respaldaba, hasta llegar a los proveedores de los recursos financieros. Este es, entonces, un nuevo indicio de la “información privilegiada” que poseía el Ejecutivo sobre lo que venía.
Dos militares de alto rango al acecho de Maduro tras vinculación con el “atentado”
Se podría pensar, incluso, en la posibilidad de que la propia operación hubiese sido infiltrada en su fase de ejecución. Hay testimonios según los cuales la camioneta Orlando negra tenía cuatro personas y no dos, como indicó el parte posterior difundido por el fiscal designado por la ANC, Tarek William.
No hubo acuartelamiento
El 4 de agosto ocurrió un hecho sin precedentes en cuanto a su audacia, magnitud, alcance e incluso creatividad. Fusionó la característica de simultaneidad, vista por primera vez en los ataques de Al Qaeda contra embajadas estadounidenses en países africanos (Nairobi y Dar es Salaam, 1998), y reproducida luego en Nueva York (2001), Madrid (2004) y Londres (2005), por citar algunos, con la oportunidad que suponía la entrada al mercado civil de las aeronaves no tripuladas y manejadas a control remoto, mejor conocida como drones, explica Mayorca.
A pesar de esto, el Ministerio de la Defensa no ordenó el inmediato acuartelamiento de las tropas, ni siquiera como mera medida de precaución, tomando en cuenta que todo esto sucedió en un entorno netamente castrense. Esa noche, Maduro habló de “máxima alerta”, pero eso no es acuartelamiento. Esto quiere decir que el Gobierno ya tenía –o creía tener- una idea clara en cuanto a las dimensiones del grupo que ejecutó esta acción.
En otras palabras, sabía de antemano que luego de lo ocurrido durante el acto de la avenida Bolívar no habría ningún movimiento adicional, cuarteles adentro
Información filtrada
El periodista Javier Mayorca explica que la inminencia de un ataque contra el Presidente era conocida por periodistas y opositores radicales asentados en Estados Unidos desde la propia semana. No fue solo Jaime Bayly, a quien le anunciaron durante una reunión: “El sábado vamos a matar a Maduro”.
Otros profesionales también fueron contactados en varias oportunidades, y se les advirtió que apenas ejecutadas las acciones se divulgaría un comunicado para explicar el propósito que tenía este grupo. Ese documento de cuatro páginas comenzó a ser entregado luego de las 6 pm del 4 de agosto.
Sin embargo, la difusión al público inició dos horas después. Allí se habla, por primera vez, de la llamada Operación Fénix. Por su extensión, es claro que la redacción de esos párrafos se desarrolló durante horas o días de antelación.
Es posible que el Gobierno desconociera algunos detalles en cuanto al tipo de acción que sería ejecutada el 4 de agosto. Pero no cabe duda que se manejaba sobre la firme convicción de que algo sucedería. Igualmente, con el pasar del tiempo luego de esa fecha fue decantando sus señalamientos.
Por ejemplo, no ha insistido en que los gobiernos de Estados Unidos y Colombia están implicados en los estallidos. Y hasta el momento de la redacción de esta columna el nombre del supuesto financista del complot, Osman Delgado Tabosky, copropietario de una clínica y de un canal de televisión en Valencia, no aparece en la lista de notificaciones rojas de Interpol, destaca Mayorca.
Más de 10 personas están desaparecidas desde el “atentado” contra Maduro
Como punto final, llama la atención que hasta el presente el “pueblo” no haya salido en masa a defender a su mandatario. Las dos movilizaciones que convocaron desde el oficialismo a tal efecto fueron fracasos. Maduro ni siquiera les habló. Desde entonces, no ha vuelto a participar en actos callejeros. Es un Presidente en confinamiento