Venezuela es el país donde “todo puede pasar” en un abrir y cerrar de ojos. No solo en lo que respecta a economía o política, también en cuanto a seguridad ciudadana, en vista que el país no dispone de planes de seguridad “concretos” y mucho menos un sistema policial confiable.
Adry Perdomo/ Venezuela Al Día
En diciembre del año pasado, la ONG Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) presentó su balance anual donde refirió que Venezuela “se ubicará como el país más violento de América Latina”, con una tasa de homicidios de 81,4 por cada 100.000 habitantes.
No obstante, el punto relevante del informe fue la cifra de muertes que están bajo averiguación, lo que significa que todavía no hay responsables. OVV detalló que al menos 5.102 muertes tienen dicha etiqueta, una cifra alta que podría deducir ajustes de cuentas, desapariciones, entre otras.
Desaparecidos punto fragil para Venezuela
“No regresó, el teléfono está apagado, no se sabe quién lo vio por última vez”, son parte de las declaraciones que reposan en una pila de expedientes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Los datos de las víctimas son registrados en una hoja y el funcionario de turno solo indica a los angustiados familiares que debe esperar. “Nosotros la llamamos”.
Nadie llama, solo queda esperar que corran las horas y quizá los días, para que los infortunados familiares descubran que uno de los suyos yace muerto. No hay respuestas al respecto, y los efectivos policiales únicamente detallan que “se abrirá una investigación”, pero mayormente, todo se queda en papeles y nada más.
Los casos de desaparecidos se quedan en los expendientes por días, meses y hasta años, para ver si en algún momento hay una respuesta de lo que ocurrió. En su mayoría nunca hay respuestas concretas, y los familiares les queda llorar sin tener la certeza de quienes fueron los responsables y las razones por las que secuestraron a los parientes.
Un número más
Las personas que mueren en dicha circunstacia, son un número más en las estadísticas de personas desaparecidas que no pueden ser reveladas. Como fue el caso de un estudiante de la Universidad Nacional Experimental Politécnica Antonio José de Sucre (Unexpo) de Barquisimeto, quien fue encontrado muerto en Yaracuy tras permanecer varios días desaparecido.
Muchos alegan que las desapariciones se producen ante cuentas pendientes, pero otros aseguran que cualquiera puede salir de su casa un día y no volver. Como fue el caso de María Gracia Reyes, estudiante de Artes Plásticas en la Universidad del Zulia, desapareció en marzo del 2018.
La joven almorzó con un compañero de clases el 1 de marzo y le comentó que se reuniría con un hombre de origen árabe. El motivo de la cita, era hacerle un recorrido turístico a el sujeto y sus parientes que habían llegado de Arabia Saudita.
Desde entónces no se supo nada de Gracia Reyes y los conocidos y sus parientes temen que haya sido captada por organizaciones de tratas de blanca. El cuerpo del Cicpc sigue sin ofrecer detalles de la investigación.
A la buena de Dios
Miguel Dao, comisario jubilado y ex director del Cicpc, alegó que no hay personal para tratar tantos casos. A su juicio se requieren al menos 35.000 funcionarios para reforzar el área de investigación criminal, y dada las condiciones que vive el país, lamentablemente no hay para responder.
Por su parte, Armando Marcano, inspector jefe jubilado de la unidad de homicidios y robo del Cicpc, dijo que cuando se trataba de casos de niños y adolescentes desaparecidos, el cuerpo actuaba en menos de 24 horas. “La espera de 72 horas se instituyó después y se decidió que se aplicara solo a los adultos. La respuesta era inmediata”.
El deterioro de la institución también corresponde al Gobierno, quien lamentablemente parece importarle “cero” el tema de la seguridad ciudadana. Por esta razón y muchas otras, muchos ciudadanos se dedican a buscar a sus familiares “por cuenta propia”, investigando y preguntando para dar con el paradero.
“Las personas agotan hasta el último recurso para dar con el paradero de su familiar. El dolor es desgarrador y aún así tienen confianza en la actuación policial, pero desconocen que la organización en sí, actualmente, no está interesada en buscar a los desaparecidos”, sentenció Marcano.
Ineficiencia y desinterés son las únicas dos palabras que definen hoy día al cuerpo que “debería” encargarse de responder ante una denuncia de desaparición. En caso de que ocurra esto, los familiares de las víctimas tienen dos opciones; acudir al hospital o a la morgue y muchas veces no los consiguen en ninguna de las dos.