El sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo tanto para las enfermedades neurodegenerativas como para las enfermedades cerebrovasculares. Además, merma significativamente la cantidad y la calidad del sueño, afectando a nuestro rendimiento físico e intelectual.
Redacción Venezuela Al Día
Por otra parte, la actividad física es beneficiosa tanto para la vascularización cerebral, como para fomentar las sinapsis neuronales. De hecho, algunos estudios han demostrado, entre las múltiples bondades de realizar ejercicio, su función protectora frente a enfermedades neurodegenerativas o cerebrovasculares, hasta el punto de suponer un retraso de 10 o más años en la aparición de las primeras manifestaciones clínicas.
Actividad física y enfermedades neurológicas
El ejercicio regular y la actividad física no solo promueven la salud cerebral y general en el más amplio sentido del término, sino que también deben formar parte de muchos programas de rehabilitación y neurorrehabilitación. “En la actualidad, disponemos de evidencias suficientes para recomendar la actividad física como parte del tratamiento en la mayoría de enfermedades neurológicas, aunque siempre adaptada a las posibilidades de cada paciente”, apunta la Dra. Nuria González-García, portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
En pacientes con esclerosis múltiple, la actividad física produce una mejoría en casi todos los parámetros clínicos estudiados, sobre todo en la velocidad de la marcha, la fatigabilidad y la espasticidad. Otros aspectos también relevantes, como la depresión, la calidad de vida y la fatiga, se benefician de la práctica de ejercicio físico, incluso en formas más avanzadas de la enfermedad. “A estos pacientes recomendamos, en general, realizar ejercicios aeróbicos y de resistencia, como la marcha o la bicicleta, así como ejercicios de mantenimiento de posturas o transferencias. Idealmente a primera hora del día y en ambientes frescos”, comenta la Dra. Nuria González-García.
Los pacientes con epilepsia también pueden obtener beneficio del ejercicio en la posible reducción de las crisis y de las descargas epileptiformes interictales. Se ha demostrado la reducción de actividad epileptiforme clínica y eléctrica en grupos de epilepsia del lóbulo temporal y epilepsia mioclónica juvenil. “En estos casos, recomendamos realizar deportes colectivos y de contacto (como fútbol, baloncesto o judo) o deportes de raqueta. La razón es que son actividades que, en caso de que el paciente padezca una crisis durante la práctica deportiva, no va a estar solo y el episodio no va a suponer mayor riesgo para él o para el resto de jugadores”, señala la Dra. Nuria González-García.
El ejercicio no solo se considera favorable en los pacientes con migraña, sino que debería ser uno de los pilares del tratamiento preventivo no farmacológico. La actividad física ha demostrado tener una función analgésica tanto a corto como a largo plazo. Los ejercicios que implican a la musculatura cervical y de los hombros parecen ser los más eficaces.
Por otro lado, es probablemente en la función cognitiva donde más se ha profundizado sobre el conocimiento de las bondades del ejercicio. Este tiene efectos positivos tanto en individuos sanos como en pacientes con deterioro cognitivo. “En la enfermedad de Alzheimer se ha planteado incluso que podría ralentizar la neurodegeneración o prevenir el declive cognitivo en casos preclínicos o incipientes. En los pacientes con deterioro cognitivo leve, debe recomendarse ejercicio físico al menos dos veces por semana como parte del tratamiento”, destaca la Dra. González-García.
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— Venezuela al Dia (@venezuelaaldia) September 5, 2019
Al igual que en otras enfermedades degenerativas, en los pacientes con enfermedad de Parkinson, la actividad física ha demostrado no solo la mejoría de los síntomas motores y no motores, sino que podría modificar la supervivencia y la progresión de la enfermedad. Se han demostrado beneficios con ejercicios muy diversos, como baile, yoga, taichi, ejercicio aeróbico o de resistencia, con mejoría de la velocidad de la marcha y el equilibrio postural. Además, las actividades físicas que incluyen música rítmica implican la activación de áreas neuronales de control motor y mejoran aún más la marcha y el equilibrio.
Con información de Sedasenior