La emergencia por el nuevo coronavirus en Venezuela refuerza el control interno de Nicolás Maduro y neutraliza a Juan Guaidó, cada vez más dependiente de sus aliados internacionales, justo cuando intentaba reactivar su ofensiva contra el gobernante socialista.
Vía El Nacional
«¡Disciplina!», exige Maduro en frecuentes apariciones televisivas, rodeado habitualmente por militares, en las que da órdenes a toda voz para atender la pandemia.
Se muestra, subrayan analistas, como hombre un fuerte en la atención de la covid-19, mientras Guaidó queda confinado a las redes sociales entre la censura y fallas de conectividad. «Maduro está tratando de mandar el mensaje de ‘yo gobierno, yo mando’», dice a la AFP Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis.
Paradójicamente, agrega León, la pandemia que puso en entredicho la respuesta de numerosos gobiernos está siendo una «oportunidad de oro» para Maduro, desconocido por medio centenar de países que encabezados por Estados Unidos respaldan a Guaidó.
El mandatario ordenó una cuarentena que militares y policías hacen cumplir desplegados en sectores populares y suspendió actividades laborales y académicas. Él mismo o colaboradores cercanos anuncian el balance diario de contagios por el virus en Venezuela, replicado en los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Guaidó lo acusa de mentir al cuestionar que haya solo 227 casos confirmados y nueve muertes, pero su margen de maniobra es escaso.
Sin una «estructura organizativa está más limitado», indica el politólogo Ricardo Sucre.
Guaidó llama a conformar un «gobierno de emergencia» avalado por Washington, que acusó a Maduro de narcoterrorismo y ofreció 15 millones de dólares de recompensa por él.
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